26 de abril de 2012

Como pez en el agua

Muchos amigos hace rato que vienen discutiendo sobre Ateísmo y Religión, los primeros con la Ciencia y la razón como argumento de cabecera y los segundos escudados detrás de cientos de años de tener la "verdad" de su lado. Bueno Dios me ha dicho a través de una ecuación matemática que escriba algo al respecto.
La primer pregunta que me tendría que hacer antes de sacar conclusiones seria: ¿Yo de que lado estoy? Para ser sincero tendría que admitir que estoy lejos de ser neutro nunca me cayeron bien las instituciones dogmáticas, ni el fanatismo, ni la intolerancia... pero por otro lado las religiones tampoco nunca me gustaron. Tal vez suene exagerada mi descripción pero a mi me da la sensación de que todos los pecados que se le atribuyen a las religiones tienen su similar contrapartida en la parte acusadora. ¿No se tolera actualmente, por ejemplo, que la ciencia de servicio a las guerras, la violencia económica y la explotación humana? Aquellos que hablan del Espíritu para manipular a merced de absurdos intereses son muy parecidos a aquellos otros que hablan de la Razón para justificar la estupidez humana.
Hace un tiempo ya, bastaba con nombrar a Dios para imponer criterios y realidades, hoy las  palabras mágicas son: Esta probado científicamente. ¡Es fantástico! Haga usted mismo la prueba cuando quiera convencer a una persona de algo o expresar una afirmación con un peso formidable. La Ciencia se ha convertido en el lente desde donde se observa todo, cada técnica o doctrina del planeta debe pasar por su aprobación si quiere ser tomada en cuenta ¿o no? Mi intención es hacer notar como un ser inteligente presta atención a sus creencias e ilusiones, hasta aquellas que son de sentido común, para luego poder actuar con coherencia.
Uno podría afirmar que  la diferencia entre Ateísmo y Religión parecería residir en sus respectivos marcos conceptuales y puntos de vista desde los cuales explican el universo. Pero en rigor, un discurso en si mismo no es verdadero ni falso, es el interprete el que pone ahí su mirada decidiendo por una cosa o la otra ¡Que fácil se apoya o desacredita un asunto con solo cambiar de silla entonces! Como ejercicio es fantástico pero ya en la vida real algunos ni se enteran que están sentados creyendo estar parados sobre gruesos libros o cuerpos sangrientos de mártires y santos.